¿La desinformación es una cuestión de Estado?

Recortes de periódico sobre virus
Cyrity

Hay más de 70 países desarrollando acciones de desinformación y mala información en torno al COVID-19 y la tendencia crece en todo el mundo. Algunos actores estatales usan propaganda computacional para llevar a cabo complejas operaciones de influencia e interferencia extranjera. Lo hacen aprovechando además algunas vulnerabilidades de carácter sociológico, que ayudan a su amplificación y difusión. Estas van desde teorías no probadas sobre el origen de la enfermedad, falsos consejos sobre salud o resaltar la preparación y gestión de los gobiernos para enfrentar la pandemia.

«Los países que desarrollen algún tipo de estrategia nacional contra la desinformación cuentan con instituciones más fuertes y sociedades más cohesionadas frente a las tragedias colectivas», explica en un informe la compañía especializada en inteligencia Cyrity.

La firma destaca que «los poderes públicos y los medios de comunicación tienen la responsabilidad de actuar honesta y rigurosamente». En ese sentido, añaden la inconveniencia de imponer criterios o deducir qué es o no verdad por motivaciones ideológicas.

Estas y otras interesantes valoraciones las podemos encontrar en el informe elaborado por la empresa Cyrity «La desinformación en tiempos del COVID-19». El informe se puede descargar en formato PDF en este enlace.