¿Qué vio usted en la ciberseguridad para dedicarse a esta profesión y qué le aporta más allá de lo puramente profesional?
La tecnología me enganchó hace muchos años y desde muy pequeña. Empecé a interesarme por cómo funcionaba y qué podía hacer con los recursos y las oportunidades que facilitaba y, poco a poco, a lo largo de los años, hemos ido de la mano. El planteamiento y la reflexión sobre cuánto de segura era y cómo de seguro era su uso llegó después. Ni tarde, ni temprano; creo que en el momento justo para seguir aprendiendo y orientar los pasos hacia una disciplina, no tan joven, pero apasionante.
Desde lo más técnico a la gestión, entender el impacto de las ciberamenazas y el uso ilícito del ciberespacio en nuestro día a día ha sido un reto, sobre todo en aspectos como la economía, la regulación, la actividad de la sociedad o el funcionamiento de los servicios esenciales, entre otros. Me fascinó cómo implementar la ciberseguridad en estos marcos y cómo avanzar en la lucha contra la amenaza desde otro punto de vista. Una oportunidad que me ha brindado el trabajar en Seguridad Nacional.
¿Cómo puede potenciarse la presencia de talento femenino en la ciberseguridad, siendo este además un sector con tanta necesidad de profesionales?
Aún hay muchos condicionantes y barreras. Partamos de la educación temprana, donde empezamos a descubrir aquello que nos gusta más y nos divierte. Las disciplinas STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés] se observan como complicadas y difíciles, en vez de divertidas y prácticas.
El modelo, y cómo hacer llegar a los más jóvenes este mensaje, está cambiando; pero aún nos queda camino por recorrer. Esta es la base del futuro, pero también del presente, y quizás no estamos actuando suficientemente en consecuencia.
No hay soluciones perfectas, ni varitas mágicas. Si hace unos años los referentes no acompañaban a una niña de diez años que quería conquistar la tecnología, hoy tenemos muchos recursos para que eso no pase.
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En el caso de la diversidad de género, hoy por hoy, no tiene sentido que encontremos distinciones, pero aún las hay. El talento está en todas partes, hay que apoyar para que se visualice, y eso es trabajo de todos y de todas.
En nuestro caso, somos una compañía con un marcado carácter humano. Nuestro mayor activo son nuestras personas. Por ello defendemos el derecho a ser diferentes y es precisamente esto, la suma de nuestras diferencias, la que nos permite diseñar mejores productos, experiencias y servicios, contribuyendo a aportar valor a nuestros clientes, a nuestros empleados y a la sociedad.
¿Cuáles diría que son los grandes retos actuales en relación con la ciberseguridad de las organizaciones?
No creo que descubra la rueda, pero los retos son múltiples. El primero, contar con profesionales con perfiles de todo tipo dedicados en todo o en parte a la ciberseguridad, aportando la capa y la necesidad de tomarnos en serio esta amenaza y que esto forme parte de nuestro día a día.
Por otro lado, entender el mundo en el que estamos y el que viene; el de la gestión de los datos, su propiedad y soberanía; la nube; la ciberseguridad «certificada»; y el de la tecnología que está, y en la que se creará.
Además, toda organización aporta a un ecosistema mucho más amplio formado por múltiples piezas (academia, Administración, asociaciones, medios de comunicación, redes sociales…) y, por encima de todo, los ciudadanos. El aumento de la conciencia y la cultura de ciberseguridad requiere de acciones de impacto en las que tenemos que trabajar conjuntamente.
