José Valiente, director del Centro de Ciberseguridad Industrial.
José Valiente Director Centro de Ciberseguridad Industrial

Ciberresiliencia: imprescindible en estructuras organizativas

Ciberresiliencia empresarial

La ciberresiliencia se ha convertido en un pilar clave para la continuidad operativa de las organizaciones que prestan servicios esenciales. Esto va más allá de las obligaciones de cumplimiento impuestas por la Directiva NIS2, la cual introduce un marco normativo enfocado en la protección de las infraestructuras críticas frente a ciberamenazas.

Sin embargo, la implementación efectiva de la ciberresiliencia varía según el tamaño y la estructura organizativa de las empresas, lo que plantea desafíos específicos tanto para grandes entidades como para pequeñas y medianas empresas (pymes).

Estructuras organizativas

Las organizaciones se enfrentan a distintos retos en función de su tamaño, lo que afecta directamente a cómo diseñan e implementan sus estrategias de ciberresiliencia. Mientras que las grandes corporaciones suelen contar con departamentos especializados en ciberseguridad, las pymes a menudo tienen que depender de recursos más limitados, lo que les obliga a adoptar enfoques más flexibles y externalizar algunos servicios clave.

Las grandes organizaciones, como operadores de infraestructuras críticas que prestan servicios de agua, energía o transporte, suelen tener una estructura organizativa compleja, con divisiones específicas dedicadas a la ciberseguridad. Estas entidades pueden permitirse equipos robustos de ciberseguridad, integrados dentro de sus áreas operativas (OT) e IT. Además, el enfoque normativo de la Directiva NIS2 demanda una supervisión estricta y procesos bien definidos para la notificación de incidentes y la gestión de riesgos.

En este tipo de empresas, la ciberresiliencia se basa en una estructura jerárquica donde cada área tiene asignadas responsabilidades claras. Los equipos de IT y OT deben trabajar en conjunto, aunque la fragmentación de responsabilidades aún puede suponer un reto. La clave para mantener la ciberresiliencia en grandes entidades reside en una comunicación eficiente y la integración de la seguridad en todos los niveles organizativos.

Las entidades medianas y pymes en sectores esenciales, a diferencia de las grandes entidades, tienen limitaciones significativas en cuanto a recursos financieros y humanos dedicados a la ciberseguridad. En muchos casos, no cuentan con equipos internos de seguridad y dependen de proveedores externos para la gestión de incidentes y el cumplimiento normativo. Este enfoque, aunque económico, puede comprometer la rapidez de respuesta ante incidentes.

La implementación de la ciberresiliencia no puede ser una estrategia única para todas las organizaciones

Para estas organizaciones, la ciberresiliencia debe ser entendida como un enfoque descentralizado, donde las responsabilidades de ciberseguridad se reparten entre varios roles. La falta de un equipo dedicado no es excusa para una menor seguridad, sino que debe incentivarse la formación continua y la concienciación de todos los empleados, con el objetivo de crear una cultura organizativa resiliente ante ciberamenazas.

En las pymes es importante definir una matriz de roles y responsabilidades que permita identificar las necesidades de formación y las necesidades de servicios externos. En el cuadro de abajo, se muestra un ejemplo ilustrativo de una matriz de roles y responsabilidades (R&R).

Ciberresiliencia

La implementación de la ciberresiliencia no puede ser una estrategia única para todas las organizaciones. Para que sea efectiva, las medidas de ciberseguridad deben ser escalables, adaptándose a la realidad operativa y al tamaño de la empresa.

Las grandes empresas pueden diseñar sistemas de ciberseguridad modulares, que se ajusten a la expansión o contracción de sus operaciones. Un enfoque basado en el uso de tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, puede ser particularmente útil para gestionar grandes volúmenes de datos y alertas de seguridad.

Las pequeñas y medianas empresas, en cambio, pueden optar por soluciones de ciberseguridad en la nube y plataformas gestionadas que les permitan mantener mayores niveles de seguridad sin los costes asociados a infraestructuras internas demasiado complejas. Las herramientas de gestión de riesgos adaptativas son ideales para organizaciones que no pueden permitirse un enfoque personalizado, pero necesitan flexibilidad ante las demandas regulatorias y de operación.

Más allá de la normativa

El cumplimiento de la Directiva NIS2 es esencial, pero no debe verse como el único objetivo. La verdadera ciberresiliencia requiere ir más allá de las obligaciones normativas y adoptar un enfoque dinámico que permita a las organizaciones adaptarse proactivamente a las nuevas ciberamenazas.

Para lograrlo, las organizaciones deben promover una cultura de ciberseguridad transversal, donde no se trate solo el cumplimiento regulatorio, sino que se ponga el foco en crear una estructura que fomente la evolución continua de las capacidades de defensa, la adaptación a nuevos riesgos y la colaboración entre equipos internos y externos.

En resumen, tanto las grandes empresas como las pymes deben diseñar una estrategia de ciberresiliencia que no solo les permita cumplir con las normativas, sino que asegure su capacidad de respuesta ante un entorno de amenazas en constante cambio. La diferencia entre el cumplimiento normativo y la ciberresiliencia efectiva radica en la capacidad de adaptación, escalabilidad y en cómo las organizaciones gestionan sus estructuras internas para proteger los servicios esenciales que proveen a la sociedad.

Ejemplo ilustrativo de matriz de roles y responsabilidades en una pyme.
Ejemplo ilustrativo de matriz de roles y responsabilidades en una pyme. / Fuente: CCI.