La ciberdelincuencia ya opera desde las propias cárceles

Redacción

En España en años recientes la ciberdelincuencia ya opera desde las propias cárceles donde los reclusos cumplen las penas correspondientes. El acceso a dispositivos tecnológicos, que aportan los propios organismos penitenciarios, puede servir para canalizar ataques internos contra sus infraestructuras críticas, sistemas de protección y archivos informáticos.

El año anterior se ha producido un 25,5% de incremento de la ciberdelincuencia nacional, según datos del último Balance de Criminalidad. El delito digital y la estafa informática son las infracciones que más aumentan en los últimos años, superando a la criminalidad convencional. Los delitos cibernéticos conllevan penas de varios años entre rejas. Cabe imaginar que en las cárceles altamente controladas de hoy fuera prácticamente imposible practicar la ciberdelincuencia. Pero las prisiones también la paradoja tecnológica actual: a mayor  digitalización, mayor cibercriminalidad.

¿Las cárceles inteligentes facilitan la ciberdelincuencia?

Nuestras sociedades digitales implican una revolución tecnológica integral, que alcanza también a las cárceles de los países más desarrollados. Tanto es así que la expansión de la tecnología puntera está desarrollando el paradigma de la cárcel inteligente. Los países pioneros en adoptar este modelo son Australia, China, Estados Unidos, Finlandia, Hong Kong, Singapur, Taiwán y Turquía. Entre las tecnologías incorporadas en estas prisiones tecnológicas, destacan los dispositivos electrónicos y la automatización inteligente. Las ventajas de esta tecnificación se pueden analizar desde dos ángulos. La de las autoridades carcelarias, que logran administrar con mayor seguridad y eficiencia a la población convicta; y la de los propios convictos, dotados de herramientas para informarse y reincidir en el delito.

En las prisiones españolas ahora se permite a los prisioneros contactar a parientes mediante videollamada. Esta tecnología posibilita asistir a una vista con un juez o fiscal y formar parte de una rueda de reconocimiento. La pandemia aceleró la tecnificación de las instituciones penitenciarias, como el resto de los ámbitos públicos y privados, siendo previsible que esta dinámica sea irreversible.

Teniendo esto en cuenta, es imperativo adoptar medidas eficaces que impidan a los reclusos aprovechar la tecnología para prolongar sus actividades ilegítimas desde las cárceles. Y frenar algo que también sucede con creciente frecuencia: que adquieran una vez dentro nuevos conocimientos en la materia.