¿Los juguetes inteligentes contemplan la ciberseguridad? Estos son algunos de los peligros a los que se enfrenta tu hijo

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Juanjo Arenas

La tecnología ha pasado a dominar toda nuestra vida, incluida la de los más pequeños. Por eso, no es de extrañar que la venta de juguetes inteligentes vaya a crecer hasta un 28 por ciento hasta 2026. ¿Pero qué significa esto en términos de privacidad? ¿Realmente los juguetes inteligentes contemplan la ciberseguridad? La respuesta es clara: no.

Esta conclusión se puede sustraer del último publicable de S2 Grupo, titulado Informe sobre ciberseguridad en Smart Toys. Este documento expone los múltiples peligros a los que se enfrentan los más pequeños a la hora de jugar con estos artículos. Robo de datos personales, de credenciales, de imágenes y de sonido, espionaje, toma del control remoto, interceptación de las comunicaciones, ataques de denegación de servicio y hasta suplantación de identidad son algunos de ellos.

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No en vano, este tipo de artilugios cuentan con dispositivos como micrófonos, reconocimiento de voz, cámaras, sensores de proximidad, trasmisores de radio, detectores de movimiento y geolocalización. De ahí que muchos de ellos puedan grabar todo lo que ven y oyen, con el problema que esto conlleva en términos de seguridad y privacidad.

«En los juguetes ocurre lo mismo que con el mundo del Internet de las Cosas en general: no se protege la privacidad. Incluso hay bastantes que van mucho más allá de lo razonable. Por ejemplo, algunos quieren saber dónde se encuentra ese niño. ¿Qué función tiene eso además de obtener información innecesaria?», se pregunta José Rosell, socio-director de S2 Grupo.

La ciberseguridad en los juguetes inteligentes

Ante todo este problema, cabe preguntarse también si la legislación europea está preparada para afrontar el problema. Y la respuesta que da el propio Rosell es rotunda: no.

La primera disyuntiva procede del tratamiento de los datos que tienen estos juguetes. Pese a que uno de estos artilugios ha podido ser comprado y utilizado en territorio europeo, cabe la posibilidad de que la ubicación de los datos que capta y procesa estén fuera de las fronteras de la Unión. Y ahí la normativa relacionada con la protección de datos y la privacidad es diferente. De ahí que, en opinión de José Rosell, la legislación europea no esté preparada en estos momentos para los juguetes fabricados en China, por ejemplo. O en Estados Unidos.

Una solución al problema es la futura Directiva de Ciberresiliencia que se está desarrollando desde la Comisión Europea. Esta novedosa normativa, cuya publicación se espera para finales de año, puede arrojar un poco de luz al respecto. Sobre todo porque los dispositivos digitales estarán obligados a tener la seguridad por diseño y a pasar por un proceso de auditoría.

Los padres, «cómplices» del problema

Ante todo este panorama, los padres también tienen mucho que decir. Sin embargo, muchos de ellos no tienen la capacidad tecnológica suficiente como para enfrentarse a estos problemas. Y en múltiples ocasiones ni siquiera son conscientes de los peligros que entrañan algunos de los juguetes con los que juegan sus hijos.

De ahí que desde S2 Grupo hayan difundido una serie de consejos para el uso seguro de los Smart Toys:

  • Vigilar a sus hijos cuanto utilicen este tipo de juguetes.
  • Cerciorarse de que ese juguete requiere tener acceso a su ubicación para ser utilizado.
  • Usar los juguetes que tienen un control de seguridad.
  • Comprobar si el juguete tiene acceso a Internet, ya sea físico o digital. Y en caso afirmativo, que sean los propios padres quienes le den permiso para ello.
  • Leer la política de protección de datos y privacidad del juguete.
  • Apagar el Smart Toy cuando no se use.

Con esta serie de consejos, nuestros hijos estarán algo más seguros y podremos garantizar un poco más su privacidad.