Inteligencia Artificial: ¿una herramienta útil contra la corrupción?

Dos siluetas humanas recortadas sobre cristalera azulada de un edificio.
Gabriela Bustelo

¿Podría ser la Inteligencia Artificial una buena herramienta contra la corrupción? Todos los países del mundo que la padecen ven frenado su crecimiento económico. Los procedimientos judiciales y la propia Ley son quizá demasiado específicos para contener una actividad de tan amplio espectro como la corrupción. Con frecuencia parece casi imposible diferenciar entre las medidas que buscan fortalecer el ‘estado del bienestar’ y la ambición personal de cada líder político. Es cierto que los sistemas bancarios y financieros nacionales e institucionales están bajo constante vigilancia de organismos supervisores globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Pero la corrupción sistémica de otros sectores resulta con frecuencia difícil de prevenir y de desactivar. Las infraestructuras nacionales generan cantidades de datos monumentales, que aumentan a diario, en tiempo real. No siempre se pueden analizar y sistematizar con la agilidad necesaria para extraer conclusiones válidas ni hallar a los culpables.

¿Qué es el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC)?

El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional es el ranking global más utilizado. Según este informe anual, la corrupción no es solo un problema extendido por todo el planeta, sino que está abiertamente incorporada a los sistemas políticos de decenas de países. Para colmo, según los datos de este índice, la corrupción repercutió, y con frecuencia perjudicó, la respuesta global ante la pandemia de coronavirus. Por desgracia, parece ser cierto que la corrupción y las grandes catástrofes globales van unidas y se retroalimentan. Pese a que determinados países del planeta son mucho más corruptos que otros, todos acusan esta lacra de manera directa o indirecta.

La Inteligencia Artificial como herramienta anticorrupción

En los últimos tiempos las entidades globales que luchan por implantar las buenas prácticas financieras ensayan la posibilidad de usar la Inteligencia Artificial. La IA y el aprendizaje automático son útiles para identificar patrones de conducta en los torrentes de datos. Esto sirve para detectar irregularidades en las transacciones complejas. La automatización de registros públicos consigue identificar actividades como el lavado de dinero, la evasión de impuestos, los concursos públicos amañados y las recalificaciones sospechosas. Es cierto que faltan por resolver algunos contratiempos, como los sesgos de los algoritmos y los errores en la interpretación, pero la minería de datos apunta con fuerza como herramienta IA contra la corrupción.