Alicia Fernández Capilla, Bidaidea
Alicia Fernández Capilla Intelligence Analysis Coordinator Bidaidea

El aspecto social de la inteligencia y la ciberinteligencia

inteligencia y ciberinteligencia

A lo largo de los últimos años, y especialmente a raíz de la pandemia y del auge de los ataques a través de la ingeniería social, se han percibido cambios en los métodos de ataque y tendencias de los ciberdelincuentes en el ámbito de la inteligencia y la ciberinteligencia. Es por ello que, cada vez más, se observan equipos con perfiles multidisciplinares que no solo provienen de las ramas más tradicionales en ambos mundos, sino que poseen un trasfondo social que permite alcanzar esa perspectiva integral cada vez más necesaria a la hora de abordar los nuevos retos que surgen en este tipo de unidades.

La necesidad de analizar en profundidad las motivaciones de los ciberatacantes que en multitud de ocasiones se alejan del sonado rédito económico al perseguir otras finalidades, así como la capacidad de anticipar posibles objetivos de futuros ataques, ha puesto de manifiesto que es tan necesario conocer el funcionamiento y la metodología de los ataques realizados como recabar la máxima información sobre quiénes se encuentran tras ellos.

Si bien es cierto que el perfilado del cibercriminal es una tarea sumamente compleja, pues existen tantos tipos de ellos como clases de delitos a cometer, se suma la distancia entre el delincuente y la víctima, la cual, en ocasiones, recibe un ataque desde una parte del mundo remota. No obstante, esta dificultad no implica que deban disminuirse los esfuerzos de prevención, detección y, en la medida de lo posible, compensación. Al contrario. Debemos asegurar que estos sean cada vez mayores para conseguir lograr esa mejor comprensión de los ciberatacantes y poder adquirir una mejor capacidad de anticipación.

Concienciación social de la inteligencia y la ciberinteligencia

De hecho, el entendimiento tanto de la metodología como del tipo de víctimas de las diferentes clases de ataques, existentes y de nueva aparición, resulta fundamental a la hora de lograr una concienciación social. Es este mayor conocimiento a nivel poblacional lo que permite a las naciones, y a quienes las componen, continuar con la lucha conjunta contra el ciberdelito, tratando de anticiparse a la aparición de posibles riesgos y procurando garantizar un mundo más ciberseguro.

Por ello es cada vez mayor la inclusión de perfiles procedentes de la psicología, criminología o relaciones internacionales, entre otras disciplinas, que favorecen un espectro de análisis más amplio tanto de los delincuentes y delitos cometidos como de las víctimas. Es esta perspectiva más social la que, en muchos casos, permite focalizar el análisis en cuestiones como los tipos de engaños que se emplean en los ataques de ingeniería social y quién es el público objetivo de los mismos, lo que puede derivar en una mayor capacidad de prevención, factor clave en la lucha contra el cibercrimen.

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Además, este enfoque de análisis fomenta la creación de unidades de inteligencia y ciberinteligencia cada vez más multidisciplinares que se benefician del valor añadido que estos perfiles, con un componente interdisciplinar, aportan a los equipos de trabajo en los que participan. Es más, cada vez se puede observar una mayor conjunción entre perfiles técnicos y sociales, así como las labores que ambos realizan, que derivan en mejores resultados y permiten el total aprovechamiento de los recursos humanos que componen los equipos de trabajo.

Cabe destacar que, de las disciplinas sociales mencionadas, un importante porcentaje de graduados y estudiantes son mujeres. La mayor empleabilidad de este tipo de perfiles en inteligencia, ciberinteligencia y ciberseguridad, entre otros, pone de manifiesto el incremento de la presencia femenina y del talento en entornos cada vez más cambiantes y complejos; crecimiento del que, sin duda, continuaremos siendo testigos.