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Ignacio Paracuellos MSS Product Marketing Manager S21sec

El metaverso: una realidad indefinida

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No estoy seguro de que actualmente exista alguien que pueda ser reconocido como experto en metaverso, pero si se valora la curiosidad, me sumo al concepto de «investigador del metaverso».

Desde que inicié mi carrera en ciberseguridad aplicada al entorno empresarial, el mundo virtual cautivó mi atención por sus infinitas derivadas. Recientemente, he decidido probar su aplicabilidad tanto a nivel de usuario doméstico, como en el ámbito empresarial. El objetivo es analizar el funcionamiento e identificar las fortalezas y debilidades que alberga el metaverso. En este sentido, me gustaría compartir mediante el presente artículo lo que he podido averiguar sobre el entorno digital en términos de seguridad de la información.

Aterricé en el metaverso hace algunos meses, como si de un juego se tratase. Un director de otra área de S21sec me lanzó el reto de encontrar casos de uso profesionales para esta nueva tecnología. De tal modo, me embarqué en uno de los proyectos más entretenidos de toda mi trayectoria profesional. Desde entonces, estoy explorando las opciones que plantea el metaverso, probando aplicaciones y comprobando sus posibilidades. En definitiva, buscándome la vida para aprender cómo utilizar los recursos existentes en un entorno virtual cuyos límites son todavía desconocidos. Todo ello con un ojo puesto en la ciberseguridad y otro en la diversión.

Desde gafas de realidad virtual, hasta la configuración de productos y servicios basados en sistemas de tecnología avanzada que te permiten interactuar en una dimensión paralela puramente digital. Los fabricantes más punteros han encontrado en el metaverso un concepto de negocio que les permite ofrecer a los consumidores nuevas modalidades de entretenimiento. Resulta impresionantemente realista visitar lugares donde uno siempre había soñado ir, sentarse en el mismo escenario en el que está tocando nuestro grupo musical favorito o disfrutar con juegos en los que la ambientación e implicación en primera persona llega a confundir los sentidos y el equilibrio…

Usos corporativos del metaverso

Sin embargo, los usos empresariales para el metaverso están algo más difuminados; a veces incompletos o lejos del alcance de los consumidores particulares. Hasta el momento, por motivos evidentes, el uso profesional más extendido es la formación. Especialmente, en entornos difíciles de replicar en el ‘mundo real’. La utilización de esta realidad virtual simplifica las opciones para la formación y entrenamiento de pilotos, médicos y profesionales biosanitarios, entre otros. También para la coordinación de acciones de fuerzas de orden público. Este entrenamiento se ve reforzado por la experiencia que añade la posibilidad de una realidad en 360 grados.

Si salimos de los entornos de simulación y entrenamiento, es más complicado encontrar aplicaciones que estén planteadas, nativamente, para el mundo empresarial. Todavía no he encontrado ninguna herramienta que permita reproducir una oficina en la que poder cruzarse con los compañeros, tener charlas de pasillo y, a su vez, proveer a los usuarios de salas de reuniones donde compartir, bajo invitación, cualquier información con compañeros, clientes o colaboradores externos. Hay aplicaciones que resuelven una a una las necesidades, pero ninguna que las cubra de manera conjunta. El problema asociado es que cambiar de aplicación para volver a reunirse en otra que responde a un uso específico supone una clara ruptura del tiempo deseable.

Desde el punto de vista del usuario también se echa en falta la convergencia entre distintas soluciones. Nos encontramos inmersos en una etapa incipiente del metaverso. En función del fabricante tecnológico, podemos tener acceso a entornos de realidad virtual, realidad aumentada o entornos mixtos. Cada uno de ellos, con sus propias aplicaciones no interoperables más allá de las conexiones a aplicaciones tradicionales a través de navegadores básicos.

Ciberseguridad

Planteadas las perspectivas de qué se puede hacer en el metaverso y cómo, quedaría por analizar una última cuestión que cada vez está ganando más peso en todas las dimensiones. La ciberseguridad, entendida en toda su amplitud. Desde la continuidad de servicios y plataformas, hasta los puntos más cercanos a la protección del usuario y aproximaciones regulatorias. Esta se ha convertido en una necesidad, tanto para usuarios, como para empresas e instituciones. En este punto, mi percepción se acerca mucho a la que tenía cuando empecé a experimentar con plataformas y servicios en «cloud»: indefinición.

Hablamos de una tecnología que se encuentra en sus primeras etapas de madurez. Además de plataformas y aplicaciones creadas por corporaciones globales que están orientadas al usuario particular en otro contexto. Por lo que todavía se identifica un amplio vacío a cubrir en el metaverso. Por ejemplo, en el ámbito regulatorio, no está claro por el momento bajo qué marco legislativo debe ampararse la actividad en este ‘mundo’ virtual.

Parece que la legislación aplicable debería ser la misma que se utiliza para garantizar la protección del ciudadano y su privacidad en el resto de los entornos y que, en nuestro caso, es el Reglamento General de Protección de Datos. Pero si la aplicación de esta normativa en entornos maduros ya es un punto de confrontación y continua reprobación, incorporar los aspectos particulares del metaverso, conseguir su correcta implantación y mantener el control supondrían un reto para el que no estamos preparados.

El metaverso obligará a revisar cómo implementar la ciberseguridad desde todas sus perspectivas

Como ha venido ocurriendo paulatinamente con los servicios en «cloud» orientados a las organizaciones, para implementar correctamente la ciberseguridad en el metaverso desde un punto de vista empresarial, los proveedores de las plataformas y aplicaciones tienen por delante el desafío de completar la funcionalidad y usabilidad de las mismas con los mecanismos que permitan un control y seguimiento precisos. Desde el control de accesos y gestión de roles, hasta sistemas que posibiliten monitorizar la privacidad y confidencialidad de la información que cualquier organización quisiera compartir internamente.

En definitiva, el metaverso ha llegado para quedarse. Todavía es una realidad inmadura, un mundo complejo que requiere avances para su correcta aplicación, tanto en el ámbito empresarial, como a nivel de usuario. El metaverso obligará a revisar cómo implementar la ciberseguridad desde todas sus perspectivas. Pero es el momento de ir tomando posición y de adquirir el conocimiento necesario para entender una tecnología imparable que, indiscutiblemente, está impactando en la sociedad.

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